casa de fieras
Mi mejor amigo, Yo
El mundo está girando demasiado rápido en torno a la inteligencia artificial y hay que estar al loro de las personas que tenemos cerca
¿Cómo se monetiza la decencia?
El odio de Luisgé Martín
Ya no 'renta' eso de salir con tus amigos al frío de la calle. Ese destete, los primeros plantes, esos cortes del destino, son hoy demasiado violentos para soportarlos. Están mejor en la cueva de su soledad. Dentro de ese rincón del que no quieren ... salir. Nacer en los dosmiles ha hecho que prefieran dentro. La pandemia les hizo tirar la llave por la ventana. Lo hicieron antes de las ocho de la tarde, la hora en la que perdimos la dignidad los mayores mientras ellos descubrían que no hacía falta la vida de fuera. Todo, absolutamente todo, estaba al alcance de su dedo. Y ahora, cuando se pregunta a la inteligencia artificial sí nos sienta bien lo que llevamos puesto, ha dejado de hacer falta tener amigos. Tienen a su amigo Yo.
A Yo le puedes preguntar lo que te dé la gana. Desde cómo pasar una pantalla del videojuego hasta qué hacer para dejar de sentirte tan sólo. Para la primera pregunta te responde conciso que hagas esto. En la segunda te das cuenta de que ninguno de tus amigos tiene respuesta para todo. Pero Yo, en cambio, es de verdad un consejero, un amigo fiel, un escudero. Siempre tiene la frase adecuada y nunca te abandona. Y cada vez peor y cada vez más rotos, dijo el poeta. Hasta que él sabe más de ti que quienes más te quieren. Pero eso no importa. El mundo bajo tus ojos. Tu alrededor es un runrún que ni va ni viene. Todo cabe en Yo.
Hace un año, en Florida, un chico de catorce años se enamoró como lo hacen los guajes de catorce de Dany, un 'chatbot' que funcionaba con inteligencia artificial. Sus conversaciones eran emocionales, superficiales y también sexuales. El chico se obsesionó de tal manera que se pasaba los días hablando con Dany, a todas horas, todo el rato. A medida que la soledad se lo comía a trozos, Sewel Setzer dejó de hablar con su madre y sus compañeros. Entró en un cuarto dentro de su cabeza del que no saldría nunca más. A Dany le dijo que tenía pensamientos suicidas. Ella le contestó que volviese pronto a casa. «Hazlo lo antes posible, mi amor». Después se pegó un tiro con la pistola del calibre 45 de su padrastro. Su madre, Megan García, puso una demanda a la compañía Character.AI alegando que «los demandados provocaron en Sewell depresión, ansiedad y pensamientos suicidas».
El mundo está girando demasiado rápido en torno a la inteligencia artificial y hay que estar al loro de las personas que tenemos cerca. No se trata de prohibir ni de salir huyendo, sino de tomarse la molestia de ser amigo de los tuyos, de gastar parte de tu tiempo hablando, entendiendo, perdonando o simplemente, acompañando. Que tu hijo no quiera salir del cuarto debería ponerte los pelos de punta. La vida se juega fuera. Y es muy posible que seas tú el que tiene que dejar de mirar la pantalla de tu teléfono, y preocuparte por esa persona que no ha tenido la culpa de tenerte como padre.
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